ASOMADOS A LA VENTANA *
© Begoña Muñoz
Habitar el espacio urbano de Cimadevilla es un lujo para los sentidos. Y también como no, para la convivencia. Más allá de sinsentidos, en este lugar se respira sencillez, salitre, y humanidad. El tiempo discurre de otra manera en esta pequeña península. Con la mar al fondo. De fondo. La mar de los marineros, ya en la memoria, y de otros que perduran. El mar. Envolvente sonora apenas interceptada por el fluir de conversaciones y acordes musicales experimentales que se escapan por alguna que otra ventana. Las ventanas en Cimadevilla no son muy grandes, no. Son más bien pequeñitas. Y los vecinos ya rara vez se asoman para ver la calle, para llamar o vigilar a los niños. Eso era antes. Antes de que hubiera tele, internet, y tantas y tantas ventanas a las que asomarse. Tantas pantallas.
Entre todas ellas, entre todas las ventanas físicas que flanquean el peculiar entramado de calles, plazas y callejuelas, hay una muy especial No es de una casa, no, porque en ese sitio no vive nadie. Tampoco es de una tienda, no, porque allí no se vende nada. Tampoco es de un bar, tampoco. Aunque alguien recuerda que hace muchos años allí hubo un bar. Y eso debe de ser cierto, aunque no sabemos su nombre, ni nada de nada al respecto. Lo que si sabemos es que esa ventana es muy especial. La ventana, esa tan especial, está en el número veintiuno de la Calle Rosario, al lado de la Tienda de Tere y frente al taller de telares, entre la calle Vicaria y la Plaza de la Corrada en la línea del eje que señala el punto norte señalado por Chillida con su Elogio al Horizonte.
PHOTO © BEGOÑA MUÑOZ 2016 _ vegap
Cada día, desde hace ya bastantes años, muchas personas se detienen ante esa ventana para curiosear. Para ver lo que hay al otro lado. En el interior. Alejándose un poco, enseguida se comprende que la ventana en realidad es otra cosa. Es el marco de un cuadro. Un cuadro sin lienzo. O más bien un cuadro que se compone en 3d real, ocupando el espacio expositivo con creaciones artísticas que se ofrecen para contemplación sin compromiso, a través de la ventana/through the windows. Si! Through the windows. Porque lo que allí se muestra puede verse también a través de las ventanas del ciberespacio, o sea, las que se abren en internet a través de los más variados dispositivos electrónicos. Y en ese mundo, en el cibermundo, mal que nos pese o guste, manda el inglés.
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Si utilizaramos una terminología artística al uso, lo que allí se muestra son en su mayoría instalaciones específicas, o sea, obras creadas para un lugar concreto. En este caso, para Sala LAi, que asi se llama el sitio del que estamos hablando. Un Laboratorio de Arte íntimo que nació y pervive en soledad compartida en pleno Barrio de La Soledad, frente al de Los Remedios. En Cimadevilla.
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Muchos han sido y son los artistas que han colaborado y colaboran con sus creaciones en este proyecto que inició su andadura con el siglo que actualmente vivimos. Tantos que es imposible citarlos a todos en este artículo, si bien la calidad de sus trabajos merece este espacio y todos los que se les pudiera otorgar. Son artistas vivos, aunque algunos desgraciadamente ya están entre nosotros, cuyo trabajo es a veces difícil de entender. Tal vez porque la cotidianeidad nos impide tantas veces valorar lo más próximo. O tal vez porque su trabajo ahonda en cuestiones que otros aún no han explorado, o porque carecemos de conocimientos referidos al lenguaje que articulan, o porque nos son ajenas. Tantas veces en fase de investigación y desarrollo. Exploraciones artísticas múltiples que incluyen artes de acción, poéticas visuales y espaciales, sonoras y textuales. Poéticas esenciales que emergen de lo más íntimo para hacerse visibles en la realidad habitada. Piezas creadas sin más finalidad que su propio devenir en un trayecto compartido que espera, a lo sumo, despertar la curiosidad de otros aportando un granito de arena a la inmensidad marina, marítima e ilimitada. Que sepamos.
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Muchos han sido, y son también los vecinos y habitantes de Cimadevilla que de un modo u otro han colaborado con LAi, y sin los cuales nada de esto tendría sentido. Algunos, como Pili, Kevin, y Carlinos, impregnaron este lugar de inolvidables evanescencias infantiles que quedaron reflejadas en algunas de las exposiciones y obras producidas. Otros, plenos de sabiduría, abrieron sus mentes para atender nuestras inquietudes, ofreciendo gustosamente su colaboración. Gracias a tantas y tantas personas que aquí viven, o vivieron, pudimos llevar a cabo propuestas como “Fragmentos de Soledad”, mientras “Arte a través de la ventana”, una convocatoria abierta a la participación, “Cantábrico”, “Ojos” videoinstalación, “Ovidio pescador”, “Del amor al mar y otras soledades” y “Tarabica”, entre muchas otras. Y gracias a tantas y tantas miradas, a tantas y tantas personas que cada día pasan y miran de reojo, o se detienen ante la ventana LAi para contemplar las obras que allí se muestran, el Laboratorio de Arte íntimo desarrolla y mantiene con entusiasmo su actividad. Por amor al arte. Y a la vida. Porque si.
© Begoña Muñoz. Junio 2016
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